No dejando de congregarnos


Hebreos 10.19-25

Tenemos libertad para entrar a la Presencia de Dios por la sangre que Jesucristo derramó en la cruz para redimirnos de todo pecado, darnos vida eterna y tener una relación de amistad con nosotros, seres humanos, pertenecientes a una raza caída, imperfectos, humanos... pero qué privilegio se nos ha dado de entrar en su Presencia.

Y El mismo es el sacerdote, es quien nos ministra, quien nos lleva delante del Padre, nos lleva en su corazón, allí tiene anotados nuestros nombres no como carga que se desea desechar sino como piedras preciosas con las que El está edificando su Iglesia.




Por eso podemos acercarnos con un corazón sincero, sin querer aparentar lo que no somos, sin esconder nada porque es imposible ante los ojos de quien todo lo ve y que por su Palabra somos escudriñados, en los pensamientos de nuestro corazón, cuando son destruidos los argumentos carnales, mundanos o diabólicos que se levantan contra el conocimiento de Cristo.

Acercarnos sin temor delante de El. Con la convicción de la Fe porque sin Fe es imposible agradar a Dios y quien se acerca a El debe saber que Dios tiene un grande premio, un galardón, una condecoración para entregarle.

El corazón purificado, todo el ser, espíritu, mente y cuerpo purificados espiritualmente y lavados, presentables delante de Dios como un sacrificio vivo, agradable a Dios.

No es posible mantenerse firme en la profesión de esta Fe, de manera individual, aislados del Cuerpo de Cristo como piensan algunos. Ellos creen que están firmes y dicen "si yo puedo buscar a Dios en mi casa... no necesito congregarme..." pero están a merced del Destroyer, del Terminator, del Destructor, en engañador, la serpiente antigua que fue vencida en la cruz, herida de muerte está, pero mientras tanto, si es posible, engañará aún a los cristianos.

Una vez que se toma la costumbre de no presentarse a las convocatorias de la Iglesia, comienza el enfriamiento porque no es posible ser estimulado a las buenas obras ni estimular a nadie si la persona no está presente donde tiene que estar: en la casa de Dios.

Necesitamos los unos de los otros. El motivo de congregarnos es buscar, adorar a Dios, ser ministrados por la Palabra, juntos y en comunión, juntos no amontonados...Animarnos a continuar, a no bajar los brazos, a seguir en El Camino.

El día "aquel" se acerca. El día que vendrá Jesucristo a buscarnos para reunirnos con El. Y debemos estar preparados. Matenernos en comunión con su Presencia, en su Presencia, buscando de manera individual y esto luego se traslada a lo congregacional, es ahí donde desciende el Espíritu Santo y cosas milagrosas ocurren. Y el milagro más grande es el corazón que se arrepiente, confiesa y cambia por el poder de Dios.

A la luz que este hecho es INMINENTE, PRONTO, EN BREVE, debemos ejercer nuestra profesión de Fe, amarnos, valorar el estar en comunión, comunicados, enlazados, unidos, participando juntos y en unidad de espíritu en la adoración a quien lo merece ahora y siempre.

En el nombre de Jesús. Amén

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