Guardar las formas no habla de un corazón regenerado

Dios había trazado un plan para su pueblo Israel que incluía un Pacto, la posesión de la tierra prometida y mantener y desarrollar una relación con su Pueblo.

Por eso les dió Mandamientos, leyes, estatutos para que los cumplieran y así serían bendecidos y prosperados.

La obediencia a la Ley de Dios entregada a través de Moisés, les traería bendición, la desobediencia, maldición. (Puede leerse en Deuteronomio capítulo 30).

Pero los israelitas no obedecieron a pesar de estar advertidos, y se fueron tras los ídolos de los pueblos cuyas costumbres ellos no debían imitar.

Por eso fueron llevados cautivos a naciones paganas, tratando fuertemente Dios con ellos, cumpliendo su Palabra, y guardándose El siempre, un remanente fiel en todas las etapas de la Historia.

Ellos pasaron por esos procesos durísimos que hasta les quitaron las ganas de cantar, a orillas del río, allá en Babilonia. A pesar de todo este proceso, a pesar que algunos de ellos tuvieron el privilegio de volver a la tierra, a su tierra, muchos de ellos otra vez, se volvieron a los ídolos.

Dejaron a Dios.

Por eso, la verdadera restauración es fruto de la Palabra y no de ser moldeados por las circunstancias, por el resto del mundo. Pero es necesario oír con fe, y no resistir al Espíritu Santo porque sino la Palabra, entrará por un oído y saldrá por el otro sin bajar -por así decirlo- al corazón.

Aún después del castigo del exilio, la mayoría del pueblo de Dios, de regreso en su tierra se dejó arrastrar por las cosas de este mundo y descuidó cultivar su relación con el Señor.

La relación con Dios no se reduce solamente a ir al culto, decir Amén cuando se crea conveniente en la predicación, cantar un rato, meter alguna ofrenda en el "alfolí".

A Dios no le interesan las apariencias, El mira en lo profundo del corazón humano.

Esto nos lleva a concluir que por más cultos y por más predicaciones a la que asista una persona, si realmente no inclina su corazón a la Palabra y actúa con diligencia como el escriba Esdras, (Esdras 7.6;9-10)no nos sorprendamos cuando nuevamente se vuelva de Dios a los ídolos.

Esdras era un varón que había preparado su corazón para inquirir en la Palabra.

Cuántas veces vamos a los cultos o reuniones sin preparar el corazón para recibir la Palabra, estamos escuchando y mirando al predicador, o revolviendo la Biblia pero con los pensamientos en cualquier parte.

El diácono Esteban fue "duro" con sus oyentes en el único gran sermón que registra la Biblia y por el cual "mereció" la muerte, según sus obligados oyentes. Les dijo que eran duros, e incircuncisos de corazón, que sus padres habían matado a los profetas y ellos habían sido coautores de la crucifixión del Hijo de Dios. (Hechos cap. 7).

Eran personas religiosas, que deseaban estar bien con el sistema, no querían levantar polvareda, mantener el status quo, "todo bien", guardar las formas, incluso se habían cortado un pedacito del pene, la circuncisión según la Ley, pero su corazón estaba alejado de Dios y de los mandamientos de Dios.

Corazón incircunciso...

Tengamos cuidado, no sea que siendo oidores no seamos hacedores y nos vengan encima las plagas de este mundo que cada vez se aleja más de Dios. Guardemos en nuestro corazón la Palabra, no importa si nos predica un burro, (como a Balaam), un profeta que no se viste muy a la moda (como Juan el Bautista) o un pastor que no tiene corbata, (como cualquier pastor de estos días con o sin ella, el que lee, entienda).

Y nuestra relación con Dios es lo primero, no descuidemos este punto vital de nuestras vidas, oración, Palabra de Dios, oídos atentos, corazón dispuesto, diligente y la mano buena de Dios estará con nosotros, ahora y siempre.

Que Dios te bendiga.


EB

(Si te bendice, compartilo, si no es para vos, dejalo...)

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