Es hora de aprobar las primeras lecciones

Hebreos 5.12-14, 6.1-12

Esta Palabra es probable que no sea para todos en todo lo que voy a exponer, pero en ella hay una porción para cada uno y posiblemente para algunos es toda la Palabra. Sea una porción de ella, sean todas las porciones, hay Palabra de Dios para tu vida hoy y es fundamental recibirla con un corazón dispuesto.

Dice el autor “debiendo ser ya maestros…”, es decir, debiendo ya estar ocupados en la enseñanza de otros discípulos, debiendo ya estar desarrollando el ministerio de la enseñanza, llevando a cabo el cumplimiento de la gran comisión en hacer nuevos discípulos y enseñarles todas las cosas que Jesús nos ha enseñado a nosotros, “…debiendo ser ya maestros…”, es decir siendo instrumento de edificación en el Cuerpo de Cristo, y dando en vez de seguir recibiendo, y además “después de tanto tiempo…” todavía aún existe la necesidad y ella es visible, palpable, real, de que se te vuelvan a enseñar “los primeros rudimentos de la palabra de Dios” y algunos se han convertido en bebés muy grandes que han crecido en un área pero todavía siguen tomando la leche, como esos dos vecinos que yo tenía, uno que se llamaba Raúl y le decíamos “Raulito”, tenía 10 años y todavía andaba con el chupete por la calle y otro que tenía mas o menos la misma edad y la madre lo sentaba en su falda tan gordo y grande como era él y en el jardín, debajo del árbol le daba la mamadera como a un bebé, yo pasaba por la vereda y podía levantar un poco el cuello por sobre el cerco de ligustro y ver la escena.

Aún más, lo que está diciendo la Palabra de Dios es en otras palabras: -Hermanos, a esta altura de la vida ustedes todavía no aprobaron las primeras lecciones porque hay que volver una y otra vez a enseñarles lo mismo, a recordarles los principios básicos de la fe cristiana.

Ustedes con los años que llevan de cristianos ya debieran estar haciendo otros discípulos, enseñando a otros, pero tienen necesidad de que una y otra vez se vuelva a lo mismo, porque no aprueban las primeras lecciones, están estancados.

A veces cuando escucho ciertas noticias le digo a mi esposa: De qué valió entonces todos los años que hemos invertido en esta persona, dónde quedó el testimonio que le hemos dado, qué pasó con lo que le hemos enseñado, acaso le entró por un oído y le salió por el otro?
Entonces hay un retraso en el crecimiento espiritual. Bebés que ya tienen dientes pero no pueden comer alimento sólido, quieren seguir tomando la leche, quieren seguir con la mamadera, el chupete, los arrumacos, el talquito, la cremita, cuando ya debieran estar caminando y haciendo caminar a otros, cuando ya debieran estar vistiendo pantalones largos por decirlo de otra manera.

Se terminó la etapa de los redondeles y de los palotes, ahora ya hay que restar, sumar, dividir, escribir, redactar, multiplicar, trabajar con operaciones complicadas.
Pero este proceso no se trata solamente de un proceso que abarca el área intelectual sino la espiritual, se trata de tu corazón para con el Señor, de tu buena disposición para oír pero no ser solamente oidor, sino hacedor de la Palabra, un hijo de Dios obediente a los mandamientos de Dios, temeroso de Dios, hacedor de la Palabra.

Un cristiano que todavía toma lechita es inexperto en la Palabra de Justicia y el peligro es que no puede discernir entre el bien y el mal, entre lo que es del mundo y lo que es del Reino de Dios, no alcanza a darse cuenta que no se puede servir a dos señores, no se puede servir a Dios y a la vez servir al dios momo, a Satanás, a las riquezas, es imposible agradar a Dios con un corazón dividido, no se puede servir a Dios a medias, siendo tibios, no es posible llevar una vida agradable a Dios tratando de servir a Dios y a la vez a la carne, a los deleites, a las cosas de este mundo.

Por más lícitas que sean, no todo lo que sea lícito nos conviene.

Entonces la persona es una inexperta, no puede juzgar rectamente. Y de la misma manera corre peligro de muerte, de muerte espiritual, de apartarse de Cristo porque además un día va a decir que está aburrida de escuchar lo mismo: ¡Y cómo no vas a escuchar lo mismo si todavía no lo aprobaste!

Es más, el hijo de Dios tiene que estar capacitado para discernir entre las doctrinas que son de Dios y entre las que son torcidas, o del hombre, entre lo que es verdadero y lo que es falso, entre verdadera profecía y falsa profecía, entre verdaderos profetas y falsos profetas.

La Palabra nos alienta a seguir adelante, a ir camino a la perfección, a no estancarnos. Es hora de aprobar las primeras lecciones y pasar a temas más avanzados, es hora de dejar la leche y comer alimento sólido. Es hora de ser cristianos maduros.

Ya sabemos la que debemos confiar en Dios, y que debemos bautizarnos, también sabemos que los que creen en Cristo reciben el Espíritu Santo, que los muertos volverán a vivir y que habrá un juicio final. Todo esto lo seguiremos enseñando si así Dios lo permite. Si él no viene antes.

Pero los que dejan de creer en Cristo ya no pueden volver a ser amigos de Dios aunque alguna vez hayan recibido con gusto el mensaje de salvación y hayan creído que es un mensaje de Dios, que es la verdad. Si dejan de creer en Cristo es como si volvieran a clavarlo en la cruz y burlarse de él ante todo el mundo.

Dice la versión Lenguaje actual “no importa que hayan recibido el Espíritu Santo junto con los demás, ni que hayan sabido lo bueno que es el mensaje de Dios, ni lo poderoso que Dios será en el nuevo mundo, si dejan de creer en Cristo ya no podrán volver a él.
Y la persona es como un terreno, que al creer en Cristo recibe mucha lluvia y produce una buena cosecha para el sembrador y Dios lo bendice. Pero los que dejan de creer son como un terreno que sólo produce plantas con espinas: no sirve para nada, y Dios lo maldice. Al final, se le prende fuego.

Mis queridos hermanos, aunque les decimos estas cosas, dice el autor de Hebreos, estamos seguros de que ustedes no han dejado de creer sino que siguen confiando en Dios. Eso es lo mejor para ustedes, pues así serán salvados. Dios es justo y nunca olvidará tu obra y lo que haces para el Reino de Dios y el amor que muestras en tus acciones a El. Deseamos que sigan con ese mismo entusiasmo y fuerza iniciales, pero hasta el fin, perseverando, para que reciban con paciencia todo lo bueno que esperan recibir de Dios.

Nadie se vuelva perezoso, sin dudar un instante sigue el ejemplo de aquellos que confían en Dios.

Así recibiremos todo lo que Dios nos ha prometido.

EB

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