El Evangelio y el pecado

“Entonces Dios el SEÑOR expulsó al ser humano del jardín del Edén, para que trabajara la tierra de la cual había sido hecho. Luego de expulsarlo, puso al oriente del jardín del Edén a los querubines, y una espada ardiente que se movía por todos lados, para custodiar el camino que lleva al árbol de la vida.” (Génesis 3.23-24).

La tragedia de la gente, de la humanidad entera, es el pecado. No podemos evangelizar sin hacer frente a esta realidad. Los mandamientos son quebrantados diariamente generando noticias que llenan las pantallas de la televisión con asesinatos, robos, secuestros, violaciones y torturas.

Dios siempre se preocupó por la Humanidad, más que eso, se ocupó de la Humanidad, creó al hombre y lo puso en el jardín del Edén y le dio mandamientos para obedecer creando todas las condiciones para que lleve una vida feliz. Sin embargo, el hombre desobedeció a Dios y por eso fue echado del Jardín, se terminó ahí la amistad y el compañerismo de Dios con el hombre y del hombre con Dios. Lo vemos a partir de Génesis capítulo 3.

Y desde entonces el hombre no ha dejado de pecar y desafiar las leyes de Dios.

Dios en su gran amor y por ser Amor, y porque su corazón se mueve por ese amor y compasión por el pecador, mandó profetas, levantó jueces y sacerdotes para restablecer la relación con el hombre, le estipuló una serie de sacrificios para expiar los pecados, le dio mandamientos y leyes que obedecer, le trazó un camino por todo el Antiguo Testamento que finalmente nos lleva a Jesucristo, en el Nuevo Testamento.

Los profetas hablaron de eso, Moisés, Isaías, Jeremías, David, por sólo citar unos pocos, profetizaron acerca del Mesías, del Cordero perfecto, del que reemplazaría todos los sacrificios del Antiguo Testamento, de una vez y para siempre.

Por eso cuando predicamos el Evangelio debemos tener en cuenta que el Evangelio está envuelto, contenido en los rollos del Antiguo Testamento, la Biblia es el Evangelio y el Evangelio es la Biblia, Evangelio es buenas noticias y no es tan sólo 4 libros del Nuevo Testamento.

Romanos 16.25-27: "El Dios eterno ocultó su misterio durante largos siglos, pero ahora lo ha revelado por medio de los escritos proféticos, según su propio mandato, par que todas las naciones obedezcan a la fe.¡Al que puede fortalecerlos a ustedes conforme a mi evangelio y a la predicación acerca de Jesucristo, al único sabio Dios, sea la gloria para siempre por medio de Jesucristo! Amén."

Necesitamos saber lo siguiente acerca de los Evangelios en su relación con nuestra misión de evangelizar al mundo:

1)Debemos conocer los Evangelios para conocer el Evangelio. Sin los cuatro evangelistas no sabemos de lo que hablamos. Si no conoces a Mateo, Marcos, Lucas y Juan entonces de qué estamos hablando… Tu manual básico para compartir de Cristo a las demás personas y cumplir con la Gran Comisión son los cuatro evangelistas así que cuando vayas a evangelizar andá acompañado de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, ¡Nada menos!

2)De quién nos hablan los Evangelios? De Jesús. Los Evangelios nos presentan a Jesús y Jesús es el Evangelio. El Evangelio no es solamente perdón o sanidad. El evangelio no se trata de lo que la fe pueda hacer por usted, sino de lo que Jesús puede hacer por usted. Hoy es frecuente escuchar que se busca lo grandioso, lo sobrenatural, los milagros y las señales. Pero los primeros cristianos no buscaron eso, ellos buscaban la santidad y ganar a los perdidos y por eso, las señales y los prodigios los siguieron. El poder de Dios no es para impresionar, sorprender, llamar la atención o buscar emociones fuertes, sensaciones. El poder de Dios está en el Evangelio, porque éste es poder de Dios para todo aquel que cree en todo el mundo, en toda lengua y nación, en toda raza y cultura, en todo continente, isla, mares y ríos. El objetivo nuestro debe ser la gloria de Dios y no la ganancia o gloria propia.

3)El Evangelismo es la predicación de la Palabra, por medio de la Palabra. Hemos de ser ministros de la Palabra y no de reflexiones morales. Yo no quiero predicar ideas propias y menos que esto se transforme en un hábito en el que se cae fácilmente además. Debemos ministrar la Palabra, es decir, nuestras vidas deben caer bajo la influencia de la Palabra de Dios, necesitamos estar diariamente bajo la influencia de la Palabra como estar con un amigo cercano, porque la Palabra de Dios debe ser nuestra amiga inseparable y en verdad Jesús es la Palabra encarnada así que si El es nuestro amigo podremos ministrar la Palabra, podremos ministrar a Jesús, porque dijimos que El es el Evangelio, no sólo que los Evangelios hablan de El, sino que El lo es. Por eso te aconsejo que cultives la disciplina, el estudio y la meditación en la Palabra de Dios, cada mañana, cada tarde y cada noche.

4)La Biblia entera es el Evangelio.
1ª Pedro 1.23-25: "Pues ustedes han nacido de nuevo, no de simiente perecedera, sino de simiente imperecedera, mediante la palabra de Dios que vive y permanece. Porque todo mortal es como la hierba, y toda su gloria como la flor del campo; la hierba se seca y la flor se cae, pero la palabra del Señor permanece para siempre. Y ésta es la palabra del evangelio que se les ha anunciado a ustedes."

La Palabra de Dios es el Evangelio. Una traducción de estos versículos sería: “Lo que el Señor ha dicho permanece para siempre. Lo que El ha dicho es el mensaje del Evangelio que le ha sido proclamado a usted.”

La Palabra de Dios es el Evangelio y el Evangelio la Palabra de Dios. Toda, completa, todo el consejo de Dios:

Hechos 20.27: “Porque no he rehuido anunciarles todo el consejo de Dios”, dijo Pablo, y en el v. 20 dice: “y cómo nada que fuese útil he rehuido de anunciarles y enseñarles, públicamente y por las casas…”

Nuestro mensaje al mundo está circunscripto a la Palabra de Dios.

Cualquiera que intente predicar el Evangelio obviando el tema del pecado, está perdido, el Evangelio que predicamos es que Jesús nos salvó del pecado. El pecado es un virus, una lepra, un tumor podrido, canceroso que se extiende por todo el mundo y trae muerte y desolación, tristeza y separación de Dios.

Algunos confiesan un pecadito aquí otro allá, y después siguen como si nada, es como poner vendas en los brotes de la lepra sin atacar la raíz del mal. No se trata de ser absuelto solamente sino de ser libre. Jesús vino para hacerte libre, Jesús murió y resucitó para que seas libre de la atadura del pecado. La salvación es mucho más grande de lo que algunas veces pensamos.

El Evangelio ataca la raíz del problema. La gente peca porque por naturaleza es así, por lo tanto debe cambiar su naturaleza, debe cambiar de corazón, debe cambiar su mente, su pensamiento porque lo que la persona piensa así es. Entonces las enfermedades, la pobreza, la ignorancia son males que derivan del pecado, el fruto amargo de la raíz del pecado, no se resolverá con la justa distribución de la riqueza, con más educación o más trabajo o leyes más duras.

Jeremías dijo: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso” (Jeremías 17.9). Y Pablo se preguntó: "¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo, Señor Nuestro". (Romanos 7.24-25). Y Cristo no murió en vano en la cruz ni derramó su sangre de balde, para que sigamos siendo pecadores, no nadie estará comentando en voz baja en el cielo: "Este está acá pero si vieras los videos de su vida, las cosas que hacía…!"

Venimos ante Dios no sólo perdonados sino más que eso: JUSTIFICADOS, ya no somos pecadores, somos ahora HIJOS DE DIOS, redimidos, con una nueva naturaleza que es adversa, contraria, al pecado. Puede que pequemos, pero ya no somos pecadores.

TODO AQUEL QUE ES NACIDO DE DIOS NO PRACTICA EL PECADO PORQUE LA SIMIENTE DE DIOS PERMANECE EN EL Y NO PUEDE PECAR PORQUE ES NACIDO DE DIOS.
1ª Juan 3.9

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