Dos clases de personas totalmente diferentes

El Salmo 1 nos presenta dos clases de personas: aquel varón próspero y fructífero,que no hace alianza con los malos y éstos, como personas que no serán contados entre los justos, y que son comparados a la paja seca que arrastra el viento.

La Palabra de Dios nos dice que el varón que no anda en consejo de malos ni tiene amistad con los burladores, es bienaventurado, feliz, dichoso.

No se trata de alguien que tiene tan sólo una moral alta, o que tiene principios, sino de una persona en la cual su actitud en la vida nace de una profunda comunión con Dios a través de meditar en su Palabra.

En ella se deleita.De día y de noche.Medita en la Ley de Dios de día y también de noche. Qué hermoso es encontrar personas que aman la Palabra de Dios y que como Esdras, no sólo indagan, estudian, escudriñan, sino que preparan su corazón para la Palabra y la ponen por obra, es decir, la aplican en su propias vidas.(Esdras 7.6-10).

David, por la Palabra de Dios se guardó de los caminos de los violentos (Salmo 17.4). Aborreció en su corazón la reunión de los malignos y pudo declarar "con los impíos nunca me senté".(Salmo 26.5).

Estamos en el mundo pero no somos de él. Nos relacionamos con gente que no ama a Dios, con gente que necesita de Cristo, con gente que no sabe nada acerca de la vida eterna y con gente que sabe pero abiertamente rechaza la verdad, rechaza a Jesús.(Romanos 1.21; 1º Juan 4.1-6)

Nos debemos relacionar con ellos como empleados, o empleadores, clientes, vendedores, o como vecinos o aún familiares, o compañeros de estudio. Mas nuestro corazón no hará yugo desigual, no nos uniremos espiritualmente con ellos porque podríamos ser arrastrados al desenfreno o a la incredulidad llegando incluso a abandonar a Cristo.(2º Corintios 6.14).

El profeta Jeremías declaró: "No me senté en compañía de burladores, ni me engreí a causa de tu profecía..." (Jeremías 15.17). Vemos un hombre de Dios, santo, con ministerio, pero que no se le subieron los humos a la cabeza como solemos decir ...y no tenía nada que hacer al lado de los contadores de chistes...

Una oración para levantar cada día: "Guíame por la senda de tus mandamientos, porque en ella tengo mi voluntad." (Salmo 119.35).

No es poca la bendición para el varón o la mujer que teme a Dios, que guarda su Palabra y que la pone por obra. El Salmo 1 compara a esta persona con un árbol plantado junto a las corrientes de las aguas, que da su fruto a su tiempo y que siempre está verde. ¡Qué hermosa comparación!

Por eso Dios mismo le habló a Josué y le dijo: "Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien." (Josué 1.8).

Esa es la prosperidad de Dios, prosperidad que abarca todo el ser y todas las cosas. Dios es tierno, amoroso, cuidadoso de los detalles y de verdad nos quiere prosperar.

Hay personas que desean ser bendecidos por Dios, prosperar, pero no están dispuestos a dejar las cosas de este mundo, quieren seguir aferrados a sus tradiciones, a "sus" cosas, cumpliendo con alguna formalidad religiosa que no alcanza para cambiar el corazón, pero lamentablemente están equivocados.

Después se enojan con Dios si no tienen lo que piden, pero la Palabra dice que no recibís lo que pedís porque pedís mal, para tu propio deleite, en cambio el que está identificado con la visión de Dios, pide y no terminó de pedir que ya lo tiene. ¡Tienes que pedir entendiendo el Reino de Dios!(Santiago 4.2-4).

"Bienaventurados los perfectos de camino, los que andan en la ley de Jehová. Bienaventurados los que guardan sus testimonios y con todo el corazón le buscan." (Salmo 119.1)

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